Preámbulo
Rene Guenon ha pasado a la historia como uno de los más importantes pensadores tradicionales del siglo XX. Sus escritos han influido en el público interesado en las instituciones iniciáticas y el saber esotérico, generándose grupos guenonianos en muchos países. En cambio, sus doctrinas han tenido escasa aceptación en los círculos académicos. Partiendo de la complejidad del pensamiento guenoniamo, “metafísica” y la imposibilidad según sus propias palabras de ser sistematizado, nos interesa analizar desde una perspectiva tradicional y cristiana los siguientes puntos centrales de su pensamiento:
1º. La pérdida de la naturaleza iniciática de los sacramentos cristianos, acontecida según Guenón en el concilio de Nicea.
2º. Para Guenon en Occidente solo la masonería y compañerazgo conservan una naturaleza esotérica e iniciática, aunque ambas instituciones están sumidas en una profunda degeneración.
3º. ¿Por qué niega a las ordenes sacerdotales y caballerescas occidentales su dimensión iniciática?. Entendemos que una Orden es Iniciática cuando constituye una vía de realización espiritual para sus adherentes, cuya finalidad última es la iluminación, la unión íntima y perfecta con Dios.
Sin duda, Rene Guenon ha sido un pionero en el estudio de vía iniciática, aclarando los términos y estableciendo diferencias y analogías entre el conocimiento profano y el metafísico. Sus aciertos no deben obscurecerse por su prejuicio sobre occidente y el cristianismo. Es sabido que Rene Guenon fue educado en la religión católica y en su juventud sintió una profunda inclinación hacia las matemáticas que le llevó a iniciar los estudios en la facultad de ciencias exactas, pero por motivos poco claros (se justifica por problemas de salud) abandonó la carrera en su segundo año. En este periodo de su vida, que tuvo que ser de una profunda crisis personal, Rene Guenon ingresa en varias Ordenes Iniciáticas (Masonería, Iglesia Gnóstica, iniciación Taoísta, Hermetismo de Papus, Orden del Templo etc.) en las que permanece poco tiempo hasta que encuentra en el islam su camino de realización, renegando de su fe católica y de occidente para convertirse en musulmán sufí. Sin entrar en cuestiones de naturaleza psicológica, ¿qué puede justificar su oposición a la cultura y civilización occidentales, calificándolas de “degeneradas” y “antitradicionales”?. Creemos que aquí reside uno de los puntos más débiles del pensamiento guenoniano, la civilización occidental está animada por un “espíritu” degenerado que pervierte a la humanidad, en cambió, Oriente representa una especie de “edad de oro”. Desde nuestra perspectiva, la civilización y el hombre occidentales están en crisis, pero esta crisis también afecta a la India, al mundo islámico y a toda la humanidad. La Tradición Occidental no es ni inferior a la Oriental, como prejuzga Guenon. Como buen orientalista intenta explicar Occidente desde categorías orientales (hindúes casi siempre) pero estas categorías las utiliza aplicando una lógica occidental (resabios de su formación matemática y filosófica inconclusa). No es nuestro objetivo, entrar en una reflexión en profundidad sobre el pensamiento guenoniano, simplemente exponer que vemos en su pensamiento un profundo prejuicio hacia occidente (¿odio, rencor?). Como muestra, cuando expone Guenon los tres tipos de iniciaciones en función de las clases (castas): sacerdotal (brahmanes), guerrera (kshatriyas), artesanal (vaishyas), afirma sin pudor, que en Occidente solo se conserva la iniciación del grado inferior, la propia de los gremios de artesanos (vaishyas) cuya naturaleza es esencialmente Karma-mârga. ¿Cómo llega a esta conclusión?, en nuestro parecer su argumentación (expuesta en el Capítulo XVIII, “Las Tres Vías y las Formas Inciáticas”) es inexistente, es un a priori que hay que asumir sin reservas. Según Rene Guenon:
“incluso ya en la Edad Media, no se encuentran indicios bien claros de la existencia de formas iniciáticas propiamente jnânicas (características de los brahamanes), que habrían debido corresponder normalmente a una iniciación sacerdotal; eso llega a tal punto que incluso las organizaciones iniciáticas, que estaban entonces en conexión más especial con algunas órdenes religiosas, por eso no tenían menos un carácter bháktico (característico de los guerreros). Por el contrario, se encuentra en aquella época, por una parte, la iniciación caballeresca, cuyo carácter es dominantemente bháktico, y, por otra parte, las iniciaciones artesanales, que eran kármicas, en el sentido más estricto, puesto que estaban basadas esencialmente sobre el ejercicio de un oficio”.
Continua afirmando unas líneas más abajo:
“Más tarde, las formas bhákticas mismas desaparecieron, y las únicas iniciaciones que subsisten todavía actualmente en occidente son iniciaciones de oficio o lo han sido en el origen; incluso allí, donde, a consecuencia de unas circunstancias particulares, la práctica del oficio ya no se requiere como condición necesaria, no puede considerarse una disminución, cuando no una verdadera degeneración, eso no cambia nada evidentemente en cuanto a su carácter esencial”.
Según lo expuesto, en Occidente existieron iniciaciones sacerdotales, caballerescas y artesanales, pero las dos primeras desaparecieron, no está clara la causa y solo se conserva esta condición en la masonería, aunque de manera degenerada. Nuestra pregunta es clara, ¿Por qué la masonería conserva en su ritos la influencia espiritual propia de la iniciación, aunque sea virtualmente y no la conservan las Ordenes Sacerdotales y Caballerescas, siendo la masonería la menos tradicional, al haber aceptado los principios de la revolución francesa?. Es más, según Rene Guenon, las Organizaciones Iniciáticas, difícilmente pierden su condición, solo cuando su desviación es profunda se transforman en virtuales, pero conservan la capacidad de transmitir la influencia espiritual y vincular a sus miembros con la Tradición Primordial si estos poseen la cualificaciones requerida.
Sin embargo, de hecho, puede ocurrir que la cosa no sea siempre así, aunque no fuera más que a consecuencia de una cierta degeneración que haga posible el alejamiento de los orígenes, y que puede llegar hasta el punto de que, como lo decíamos precedentemente, una organización llegue a no comprender más que lo que hemos llamado iniciados «virtuales», iniciados que, no obstante, continúan transmitiendo, incluso si no se dan cuenta de ello, la influencia espiritual de lo que esa organización es depositaria. El vinculamiento subsiste entonces, a pesar de todo, por eso mismo de que la transmisión no ha sido interrumpida, y eso basta para que alguno de aquellos que hayan recibido la influencia espiritual en tales condiciones pueda volver a tomar siempre consciencia de ella si tiene en él las posibilidades requeridas (Apercepciones sobre la Iniciación, Capítulo X: de los Centros Iniciáticos”)
Por este motivo, no entendemos como Rene Guenon, niega la naturaleza iniciática a los sacramentos cristianos y a las órdenes sacerdotales y caballerescas occidentales, entrando en contradicción con sus propios postulados. A pesar de la complejidad de la cuestión, creemos que hay suficientes indicios para cuestionarse las tres afirmaciones guenonianas expuestas. La cuestión es de suma importancia para nosotros, pues siguiendo el racionamiento guenoniano hasta sus últimas conclusiones, a un occidental que sienta la llamada a la vida iniciática, solo le quedaría la vía masónica (fuertemente degenerada y mutilada) o convertirse a una tradición oriental (sufismo, vedanta, budismo, etc.). Quedaría vedada para los occidentales (independientemente de su naturaleza espiritual) la liberación, pudiendo únicamente seguir el camino de la salvación.
“En las condiciones presentes de la humanidad terrestre, es evidente que la gran mayoría de los hombres no son capaces de ninguna manera de rebasar los límites de la condición individual, ya sea durante el curso de su vida, ya sea al salir de este mundo por la muerte corporal, que en sí misma no podría cambiar nada en el nivel espiritual en el que se encuentran en el momento en que sobreviene. Desde que la cosa es así, el exoterismo, entendido en su acepción más amplia, es decir, la parte de toda tradición que se dirige indistintamente a todos, no puede proponerles más que una finalidad de orden puramente individual, puesto que toda otra sería enteramente inaccesible para la mayor parte de los adherentes de esa tradición, y es precisamente esta finalidad la que constituye la salvación. No hay que decir que hay mucho trecho desde ahí a la realización efectiva de un estado supraindividual, aunque todavía condicionado, sin hablar siquiera de la Liberación, que, siendo la obtención del estado supremo e incondicionado, ya no tiene verdaderamente ninguna medida común con un estado condicionado cualquiera que sea (Iniciación y Realización, Capítulo VIII: Salvación y Liberación)”.
Es más, se da la paradoja que personas con las condiciones espirituales requeridas para alcanzar una profunda realización espiritual en su Tradición, si esta ya no conserva ordenes iniciáticas aptas, la conversión en raros casos sería una vía adecuada. Condenando a estas personas capaces de vivir una vida espiritual plena a seguir formas puramente devocionales (bhákti).
“Aunque pueda haber sin duda alguna vez conversiones más o menos espontáneas, al menos en apariencia, lo más habitualmente son una consecuencia del «proselitismo» religioso, y no hay que decir que todas las objeciones que pueden formularse contra el valor de ésta se aplican igualmente a sus resultados; en suma, el «convertidor» y el «convertido» hacen prueba de una misma incomprensión del sentido profundo de sus tradiciones, y sus actitudes respectivas muestran muy manifiestamente que su horizonte intelectual está parecidamente limitado al punto de vista del exoterismo más exclusivo. Incluso al margen de esta razón de principio, debemos decir que, por otros motivos también, apreciamos bastante poco a los «convertidos» en general, en punto alguno, bien entendido, porque se deba poner a priori en duda su sinceridad (y no queremos considerar aquí el caso, no obstante muy frecuente de hecho, de aquellos que no han cambiado sino por algún bajo interés material o sentimental, y que uno podría llamar más bien «pseudo-convertidos»), sino primeramente porque hacen prueba como mínimo de una inestabilidad mental más bien penosa, y después porque tienen casi siempre una tendencia a hacer muestra del «sectarismo» más estrecho y más exagerado, ya sea por un efecto de su temperamento mismo, que lleva a algunos de entre ellos a pasar de un extremo a otro con una desconcertante facilidad, ya sea simplemente para desviar las sospechas de que temen ser objeto en su nuevo medio. En el fondo, puede decirse que los «convertidos» son poco interesantes, al menos para aquellos que consideran las cosas al margen de todo motivo de exclusivismo exotérico, y que, por lo demás, no tienen ningún gusto por el estudio de algunas «curiosidades» psicológicas; y, por nuestra parte, queremos más, ciertamente, no verlos demasiado cerca. Iniciación y Realización: Capítulo XII: a Propósito de las Conversiones, páginas 66-67”.
Para Rene Guenon la conversión de una persona a otra forma tradicional esta desaconsejada, y si se produce está motivada por un proselitismo religioso, una curiosidad insana o una inestabilidad psíquica. En el caso de las personas que cambian de forma tradicional para acomodarse a otra que les brinde las vías iniciáticas adecuadas (orientales), pues las occidentales son incompletas en su dimensión esotérica.
“Si ahora uno se preguntara por qué existen tales casos, responderíamos que eso se debe sobre todo a las condiciones de la época actual, en la cual, por una parte, algunas tradiciones, de hecho, han devenido incompletas «por arriba», es decir, en cuanto a su lado esotérico, lado que sus representantes «oficiales» llegan a veces incluso a negar más o menos formalmente, y, por otra parte, ocurre muy frecuentemente que un ser nace en un medio que no es el que le conviene realmente y el que puede permitir a sus posibilidades desarrollarse de una manera normal, sobre todo en el orden intelectual y espiritual; es ciertamente deplorable bajo más de un aspecto que la cosa sea así, pero son inconvenientes inevitables en la presente fase del Kali-Yuga : Capítulo XII: a Propósito de las Conversiones, páginas 68”.
En nuestra opinión, la supuesta superioridad espiritual Oriental debe ponerse en suspenso, pues nuestra tradición Occidental ha dado a luz hombres virtuosos (y santos) en todos sus estamentos. No es momento de entrar en comparaciones (siempre desafortunadas), pero personas como San Isidro (agricultor), San Francisco de Asís (comerciante/caballero), San Fernando (rey), San Agustín (sacerdote) alcanzaron una realización plena en todas las facetas de la condición humana, siguiendo las vías propias de sus estamentos dentro de la fe Católica y en la más pura tradición Occidental.